Porque sabes que al final de los últimos fulgores, de las últimas nieblas,
habrá de desplegarse, voraz como una plaga, otra vez todavía,
la inevitable cinta de toda tu existencia.
Olga Orozco
Un ojo es, además de un lugar común, el espacio mediante el cual un fotógrafo se devela y se revela. De la misma manera que un negativo hace su aparición lenta y excitante, Florencia logra, con cada nueva fotografía, llevarnos a un espacio delimitado donde la intimidad, los secretos, las cosas remotas y cuidadosamente escondidas vuelven, cobran vida, aullan y nos invitan a abrir puertas que cotidianamente mantenemos cerradas por miedo, vergüenza o descreimiento. Puertas que muestran una tierra llena de hijos, de personas amadas, de paisajes que nos remiten a los tiempos de paz, donde la furia de los días se aleja para darnos un respiro de inmensidad. Una tierra llena de Dioses y retratos que enaltecen lo intrínseco del ser.
Enamorada de la era fílmica y el insólito que ésta brinda, nos abre un abánico mágico donde luces, colores y rostros palpan nuestras convicciones y las interrogan.